MI PERCEPCIÓN
DEL MUNDO
No vemos el mundo tal y como es, sino que lo percibimos según el color y las particularidades de las lentes que llevamos puestas, a través de las cuales proyectamos una imagen concreta de este mismo mundo. Creemos que esta imagen es la verdad, sin darnos cuenta de que al percibir la realidad realmente no la estamos viendo: la estamos interpretando.
No vemos cosas, las interpretamos.
Con demasiada frecuencia creemos que la realidad es todo lo que vemos y escuchamos. Pero creyendo esto olvidamos la fina capa (casi imperceptible) con la que teñimos la realidad cada uno de nosotros. Todos usamos «gafas» que no sabemos que usamos; gafas que filtran la información de nuestro entorno: elegimos ver cosas, mientras ignoramos otras.
Y si no somos conscientes, es solo porque nuestras gafas hace tanto que nos acompañan, que ni siquiera nos damos cuenta de que están tintadas.
El problema no es saber de qué color son nuestras lentes, sino que ni siquiera sabemos que estamos capturando el mundo a través de nuestras propias gafas… Y si desconocemos esta información, no podemos ser conscientes de la forma en que interpretamos nuestro entorno.
Peleamos con los demás porque no nos entienden, o porque no se dan cuenta de «como son las cosas». La realidad es que en general tampoco nosotros nos damos cuenta. ¿Cómo pretendemos entender su punto de vista, si apenas entendemos el nuestro? Si apenas entendemos por qué vemos lo que vemos, y hacemos las interpretaciones que hacemos, ¿cómo podemos esperar que el mundo nos entienda?
DESCUBRIR MIS LENTES
No vemos el mundo tal y como es, vemos el color y los detalles de las lentes con las que miramos proyectados en este mismo mundo. Y creemos que esta imagen es la verdad. Pero cuando percibimos la realidad, realmente no la estamos viendo. La interpretamos, la juzgamos, fantaseamos con ella, la manipulamos o volcamos nuestras expectativas sobre ella. Pero no solemos ser conscientes de ello porque, como dije, ni siquiera sabemos que usamos gafas.
La terapia no sólo nos permite descubrir que usamos «gafas», sino que nos ayuda a tomar consciencia de qué color son y qué peculiaridades deforman sus lentes y tendemos a proyectar en el mundo.
Las gafas con las que interpretamos la realidad se formaron en la infancia, como resultado de experiencias que quizás ni siquiera recordemos, pero quizás el cristal y la montura de estas provenga de las gafas que, sin saberlo, también usaba nuestra familia de origen.
Descubrir desde dónde miramos y lo que nos llevó a ver así, es un paso esencial para percibir el mundo con más paz y amor. Es entonces, teniendo más limpias las «gafas», cuando mejor podremos apreciar la belleza que nos rodea.