DAR SENTIDO
A LO VIVIDO
De forma inconsciente e involuntaria ya solemos otorgar significados a todo aquello que nos va pasando a lo largo de la vida, pero a menudo dicho significado nos conecta con el miedo, la culpa o el dolor. Sin embargo, detrás de cada experiencia hay también una lección, aprendizaje o consecuencia positiva que necesitamos comprender para ponernos en paz con nuestra vida. Resulta imprescindible «resignificar» lo que nos ocurre desde una perspectiva más amorosa y compasiva.
Del mismo modo que detrás de cualquier creencia o conducta (por dolorosa o perjudicial que sea) se oculta una intención positiva vinculada a un valor que anhelamos conseguir… detrás de cada experiencia hay también una lección, aprendizaje o consecuencia positiva (al que podemos llamar ganancia).
Lamentablemente, el dolor, el rencor o la culpa que todavía sentimos nos impiden ver esa posibilidad, y mientras seguimos heridos solo somos capaces de contemplar las pérdidas o consecuencias negativas que nos ha causado.
A veces, pensar que hemos ganado u obtenido algo a través de la violencia que vivimos de pequeños, nos irrita y enfurece por dentro. Nos cuesta mucho entender que hayamos podido obtener algo a raíz de una experiencia tan indeseable y dramática.
Entramos en cólera solo de imaginarlo siquiera. Porque haber ganado o aprendido algo con ello parece situarnos en un espacio de tener que dar las gracias por lo que sufrimos.
Está bien dejarse sentir esa rabia, porque ese sigue siendo nuestro Niño/a Interior enfureciéndose y quejándose, haciendo valer su lamentable experiencia y recordándonos que él no puede perdonar eso. Él necesita expresar todo el dolor que siente, por supuesto. Hay que atenderlo y escucharlo.
Sin embargo, es desde nuestra parte adulta desde donde podremos ver que, de algún modo u otro, nuestra experiencia nos ha servido para algo.
APRENDIZAJE DE VIDA
Sea lo que sea, toda experiencia vivida (incluso la más dura y cruel de ellas) aporta un tipo de aprendizaje u otro. Y ese aprendizaje, de algún modo, nos ha servido para conformar nuestra actual identidad. Esa lección, aun derivándose de la peor experiencia, nos ha construido… y es ahora parte del motor que nos mantiene vivos.
Nuestra persona se ha gestado con estos aprendizajes, y es importante valorarlos como tal. Algunos nos gustarán más y otros menos, habrá cosas de las que nos sentiremos orgullosos y otras que nos avergonzarán…
Por eso decimos que, en toda experiencia, ganamos algo y perdemos algo. Aunque en realidad nunca se pierde nada; tan solo se olvida que se dispone de ello.
En definitiva, es esencial conectarnos con el sentido que ha tenido dicha experiencia en nuestra vida. Qué es lo que ha aportado a nuestra persona, por lo que no seríamos nosotros sin haberla vivido. Puesto que sólo así, abriéndonos a reconocer qué hemos sacado de bueno, podremos empezar a reconciliarnos con lo que fuera que nos sucedió.
Una actitud constructiva es imprescindible para ir reconstruyendo nuestra percepción de lo que significa vivir. Y un paso esencial en esta reconstrucción de la vida es comprender qué sentido tiene lo que hemos vivido.
Porque dependiendo del significado que le demos a lo vivido, nos sentiremos víctimas de nuestra vida o nos percibiremos como cocreadores de nuestra felicidad… O bien nos disponemos a perpetuar el miedo y la culpa o nos entregamos a experimentar el amor en nuestra vida.