ADICTOS A OBSERVAR
Somos adictos a la observación. A mirar, a contemplar, a buscar, a espiar, a explorar, a fisgonear, a cotillear, a grabar, a ver la tele, o series, o las redes sociales, o videojuegos, o… Y, a menudo, aunque nos aporte un inevitable placer, nos sentimos mal por ello. Aunque nos juzguemos este impulso incontrolable e inconsciente y nos sintamos culpables, tiene un propósito esencial: necesitamos observarlo todo, para recordarnos al Observador que todos llevamos dentro.