SIEMPRE FALTA ALGO
Desde nuestra más tierna infancia aprendimos que estamos incompletos y somos insuficientes por nosotros mismos; integramos pronto la idea de que nos faltaba algo para ser lo que debíamos ser y así convertirnos en personas dignas y adecuadas. Pero esa esperanza de mejorar y completarnos en un futuro que nunca cumple nuestras expectativas, fue una trampa que nos impide habitar el presente en paz y aceptar la grandeza que ya somos.